Cuando una persona enamorada tiene dos caminos que seguir frente a sus ojos, se transforma en un gran desafío. He aquí el problema: cuando hay amor, no se puede pensar con la mente, sino con el corazón. Y cuando el corazón está herido, las posibilidades de equivocarse son mayores; y así día a día se genera una incertidumbre de no saber para donde salir corriendo.